Este breve cuento, nos relata, o mejor dicho, nos adelanta ya con su título que alguien matará a un niño. De entrada, nos confiesa el desenlace del cuento. De todas formas, Stig logra captar la atención del lector y generar esa intensidad de cómo se dará la muerte del niño. Claramente, es un final inevitable, ya esta previsto y nada podrá revertirlo.
El relato comienza describiendo un día normal, domingo, en el tercer pueblo. Los hombres se afeitan frente al espejo, las mujeres cortan el pan para tostar del desayuno y los niños se abrochan los botones de sus camisas en el suelo. Y luego tenemos la otra historia, la del asesino, un hombre feliz que esta ansioso por subirse al auto junto a su esposa y emprender el viaje a la costa. La pareja, carga combustible en la estación y se dirige al mar, su destino elegido. La mujer cierra sus ojos e imagina estar ahí, sintiendo las olas y el viento. Al llegar, ya tienen decidido alquilar un bote e ir muy lejos.
Cuando el hombre feliz coloca la llave para poner el auto en marcha y dirigirse a la ruta que lo llevará al anhelado mar; la mujer del tercer pueblo abre su alacena y se da cuenta que no hay más azúcar. La mujer que es la madre del niño, le ruega ir a la casa de los Larsson a pedir un poco de azúcar. El niño va y su padre le grita que se apure ya que el barco en el riachuelo los esta esperando. El niño, hundido en su imaginación, ya piensa en el bote y en los peces que verá. Pero lo que el no sabe, es que debería aprovechar más sus últimos minutos de vida. El niño cruza el camino para llegar a lo de sus vecinos y pedir lo que su madre le ordenó.
El hombre feliz en el coche, acelera y pasa por el segundo pueblo. No hay muchos autos ni tráfico, tienen todo el camino para ellos. El hombre esta apurado por llegar al mar, quiere verlo. Ya llegando al tercer pueblo, donde estaba el niño, el auto pasa tan rápido que nadie pudo prevenir el fallecimiento del niño. Esta criatura nunca llegó a su casa con el azúcar prestado ni el hombre llegó al mar. Volvió en silencio a su hogar.
El cuento trata sobre la línea que separa la felicidad de la desgracia o mala suerte, sobre la crueldad de los designios de este mundo y, sobre todo, sobre el sentimiento de culpa. La culpa que sentirá durante toda su existencia la madre que mandó a su hijo por azúcar, la culpa que sentirá el conductor que iba de viaje con su esposa y atropelló a un inocente, un hombre que “deseará en cambio tener un solo minuto de su vida pasada para hacer este solo minuto diferente”.
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