Análisis: Catedral - Raymond Carver

Cuadernillo cuentos reseña II 

Catedral - Raymond Carver 

Catedral está incluido en el libro homónimo llamado Catedral publicado en 1983 por la editorial Anagrama. Se compone de doce relatos, historias mínimas de fracasados con una voz narrativa muy bien definida en la que predomina la insinuación frente a la explicación. 

Este relato, que da nombre al libro, es el que cierra el volumen. Se trata sobre un matrimonio que recibe en su casa la visita del antiguo jefe de ella, un hombre ciego y reciente viudo llamado Robert. Quien narra la historia, en primera persona, es el esposo de la mujer; describe todo con lujo de detalles. Un narrador seco, distante, irónico, que bordea la descortesía en su trato al invitado, Robert, que desencadena la trama y que apenas disimula su fría relación con su mujer, a la que ni entiende ni se esfuerza en entender.

Al principio, cuenta cómo se conocieron el ciego y ella en Seattle, trabajaban juntos, ella era su lectora. En ese momento, su actual esposa estaba enamorada de su amor de la infancia, un oficial que viajaba y viajaba. Obviamente, ella lo acompañaba a todas partes, aunque llegó el día en el que se cansó y se separó. El ciego, se volvió como su “amigo” al que le contaba todo, se mandaban cintas. 

Así, conoció al hombre con el que actualmente está casada, con quien recibiría al ciego que viajó desde Seattle. Al llegar, hablaron, comieron y bebieron. Pareciera ser que al esposo de ella, no quería al ciego. Ella se sentía apenada por el ciego, su mujer había fallecido. De todas formas, siguieron charlando en el living hasta que la mujer se quedó dormida. Solo quedaban ellos dos. El ciego le preguntó si sabía distinguir una catedral de una iglesia baptista. El hombre se defendió como pudo y el ciego asintió su respuesta. También, le preguntó si le gustaba su trabajo y el hombre respondió: no. Luego, le propuso dibujar una catedral; el hombre la dibujaría y Robert lo guiaría. El ciego le expresó que el dibujo estaba perfecto pero debería cerrar sus ojos y terminar el dibujo. Lo logró. 

El estilo del autor es el mismo que en toda su obra, parco, directo, sin detalles superfluos ni adjetivos, minimalista y bueno, exponente claro del realismo sucio. Cada historia refleja un momento concreto en la vida de los personajes y no hay un final. La temática, también, se repite en sus historias: borrachos, perdedores, familias desestructuradas, matrimonios rotos, infidelidad, depresión. Carver pone punto final al cuento sin responder qué pasa después. Supongo que prefirió dejarlo en manos del lector.



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